martes, 12 de junio de 2012

poesía desarraigada

manifiesta su angustia ante una realidad inhóspita, incapaz de ofrecer consuelo; en estos poetas se perciben también las primeras manifestaciones de protesta que marcarán la década siguiente. Sus poemas hablan de las miserias sociales, de la injusticia, de la hostilidad de la existencia. El hombre se presenta como un ser desvalido en el caos y la crudeza del mundo. Es una poesía de estilo directo y sencillo que está dominada por un tono angustiado. La religiosidad está también presente en las obras de estos autores, pero asociada ahora con la duda o con la desesperada interrogación a Dios sobre el sentido del dolor humano. 

poesia arraigada

representa en cierto modo una actitud de conformidad; se centra en temas intemporales alejados de la realidad del momento (la familia, la patria, la religión, el amor o el paisaje) y propugna una vuelta a las formas clásicas. La actividad de estos poetas, que cuidan especialmente la pureza de la forma, se desarrolla alrededor de dos revistas: Escorial y Garcilaso, en las que se genera una poesía de inspiración petrarquista.
Los autores más destacados de esta tendencia son Luis Rosales, autor de La casa encendida (1949), y José García Nieto, aunque dentro de la poesía arraigada también se puede incluir parte de la obra de Gerardo Diego, Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco, Dionisio Ridruejo o José Antonio Muñoz Rojas.